El Papa Francisco envió un videomensaje con ocasión de la cuarta edición de los Encuentros Mediterráneos, que este año se desarrolla del 15 al 21 de septiembre en Tirana (Albania), bajo el título “Peregrinos de la Esperanza, constructores de paz”.
Al inicio de su vídeo, difundido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco recordó que han pasado 10 años desde su visita a Tirana y dirigió un mensaje especial a los jóvenes: “son el futuro de la región mediterránea”.
“Todos somos peregrinos de la esperanza, caminando en busca de la verdad y viviendo nuestra fe construyendo la paz. ¡La paz debe construirse! Dios ama a todos los hombres y no hace distinción entre nosotros”, resaltó a continuación.
Además, destacó que “la fraternidad entre las cinco orillas del Mediterráneo que ustedes están construyendo es la mejor respuesta que podemos ofrecer a los conflictos y a las indiferencias que matan. Porque la indiferencia mata”, aseveró.
Por ello, invitó a los participantes a “leer los signos de los tiempos” y reiteró que “la unidad no es uniformidad, y la diversidad de nuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios”.
Voz de quienes no son escuchados
También les exhortó a poner en el centro “la voz de aquellos que no son escuchados”, como los más pobres, “que sufren por ser considerados como una carga o una molestia”.
“Pienso en aquellos que, a menudo muy jóvenes, deben dejar su país en busca de un futuro mejor. Cuídense unos a otros. No se trata de números, sino de personas, y cada persona es sagrada; se trata de rostros, cuya dignidad debe ser promovida y protegida. Renunciemos a la cultura del miedo para abrir la puerta de la acogida y la amistad”, precisó.
Más tarde, les invitó a saber caminar “tras las huellas de sus mártires”, ya que su valentía “es un testimonio vivo que puede inspirar su compromiso en resistir toda forma de violencia que desfigure nuestra humanidad, como lo hizo a sus veintidós años la beata Maria Tuci”.
Por último, les animó a aprender del Corazón Inmaculado de María “a ser incansables peregrinos de la esperanza y a seguir los signos de Dios, para que el Mediterráneo recupere su rostro más bello: el de la fraternidad y la paz. Y que ya no sea más un cementerio”.