Luego de la captura del jefe del Clan del Golfo Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, surgen dos preguntas sobre sus implicaciones
¿Significa realmente el fin del Clan del Golfo, máximo exportador de cocaína desde Colombia? Y ¿Traerá su extradición justicia para sus miles de víctimas?
Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Análisis, una consultora de riesgos políticos y de seguridad opinó sobre el particular.
“La captura del criminal más buscado del país por los últimos 10 años es un éxito por donde se le mire”, agrega.
Pero Guzmán no cree que la captura de Otoniel signifique necesariamente el fin del Clan del Golfo y mucho menos del narcotráfico en Colombia.
“El mercado de la droga funciona en un mercado internacional donde oferta y demanda juegan un papel determinante”, explicó.
Para Guzmán, “el precio de la cocaína, por más elevado que sea, no hace que los consumidores dejen de buscarla”.
Indicó que el narcotráfico “alimenta la oferta en lugares en donde el Estado no solo no llega, sino que no provee alternativas sostenibles”.
“Desde el punto de vista meramente económico, la captura de Otoniel no es tan significativa por los efectos que tendrá sobre el narcotráfico como tal”.
¿El fin del Clan del Golfo?
Considerado como un gran cartel, el Clan del Golfo era conocido inicialmente como los Urabeños, por la región del Urabá donde opera.
Sus tentáculos se extienden a gran parte del país y más allá (miembros del grupo han sido capturados en Brasil, Argentina, Perú, España y Honduras).
En su núcleo ha estado un clan familiar, los Úsuga, al que no solamente han pertenecido Otoniel y Giovanni sino también varios primos y otros familiares cercanos.
Otoniel tomó el mando del Clan luego de que la policía diera muerte a su hermano Juan de Dios en 2012.
Hoy las autoridades ya saben de los posibles reemplazos de Otoniel en el mando del Clan del Golfo.
El nombre que más suena es el de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, que lleva 20 años al lado de Otoniel.
Está al frente de la producción y comercialización de cocaína del Clan del Golfo en algunas zonas de Antioquia.
Al igual que en el caso de Otoniel, contra Chiquito Malo hay una circular roja de Interpol y un pedido de extradición de EE.UU.
“Hay que recordar que Otoniel también es el heredero de (alias) Giovanni, que era su hermano”, afirma Guzmán.
“Otoniel es el heredero que siempre le va a heredar el puesto de este cargo a alguien más. No importa lo que lo que suceda, siempre habrá un vacío de poder que requiere que alguien más lo llene”, agrega.
“Temor y Zozobra”
Elizabeth Dickinson es analista para Colombia del International Crisis Group, una organización mundial de análisis de conflicto.
Dice que las dos palabras que más ha escuchado de la gente que vive en los territorios controlados por Otoniel son temor y zozobra.
“Cuando hay una captura de alto nivel, el nuevo mando siente que le toca mostrar que él es tan fuerte, y eso en muchos casos implica mucha violencia”, dice Dickinson.
Agrega que hay “asesinatos selectivos, purgas dentro de la propia organización, tal vez violencia en contra de la fuerza pública”.
“Entonces es realmente un período muy peligroso en ese sentido”, anota.
“La gente está realmente aterrorizada esperando una nueva ola de violencia. Es como si esto fuera a reabrir las luchas pasadas y más rupturas dentro de la organización”.
Extradición a EE.UU. vs. Justicia para las víctimas
El presidente Duque afirmó que “Otoniel debe ser extraditado a la mayor brevedad”.
“Ese proceso debe ser ágil y una vez cumpla sus condenas por narcotráfico en los EE.UU. deberá responder por todos sus crímenes en Colombia”, dijo.
Sin embargo, la extradición de grandes capos de la droga de Colombia a EE.UU. ha dejado a las víctimas esperando justicia.
Para Elizabeth Dickinson la extradición es un caso difícil.
“Claramente los que tienen derecho primero a la justicia son las víctimas colombianas y deben tenerla dentro de un sistema de justicia en Colombia”, indicó.
Sin embargo, expresó que “hay alguna sensación de que acá no hay garantías durante un proceso judicial”, expone.
“Las víctimas de torturas, de masacres, los líderes sociales asesinados pueden respirar tranquilos con que este capo no está, digamos, en las calles”, dijo.
Pero, anota que “justicia para ellos no habrá con una extradición, porque la primera prioridad de Estados Unidos es juzgarlos por sus delitos asociados al tráfico”.