El Museo Mapuka de la Universidad del Norte recibió una donación de 180 piezas arqueológicas del periodo prehispánico por parte de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), con el objetivo de desarrollar un programa de socialización y tenencia de piezas que se integran a la colección sobre el pueblo Malibú del museo.
Las piezas, pertenecientes a dos conjuntos funerarios, las hallaron en Carmen de Bolívar y entregadas por Julián Alberto Gamboa, coordinador de Arqueología de la Sociedad Concesionaria Vial Montes de María, en el marco del proyecto vial Puerta de Hierro – Cruz del Viso, carretera que conecta a Sincelejo, Cartagena y Barranquilla.
Desde el año 2016 empezó el mejoramiento vial, con la ampliación de la vía y la realización de un programa de arqueología preventiva, que consiste en una investigación académica para identificar zonas de potencial arqueológico, donde se realizan excavaciones y rescate de material.
Esta carretera que atraviesa los Montes de María pasa por los municipios de Oveja, Carmen de Bolívar, San Jacinto, San Juan y Calamar. Las piezas fueron halladas muy cerca de la zona urbana del Carmen de Bolívar, donde se construyó una variante que rodea al pueblo.
“Encontramos dos tumbas juntas. Tenemos una fecha de aproximadamente hace 700 años, el periodo formativo tardío: una de un individuo masculino y otro femenino. Como hemos visto a lo largo del corredor vial, las tumbas en los Montes de María tienen diferentes formas. Esta tumba en particular es de pozo sencillo. El individuo está en un pequeño pozo en el cual lo depositaron, fragmentaron las vasijas, hicieron una cama de fragmentos cerámico y sobre esta dispusieron al individuo acostado, con las piernas flexionadas”, explica Gamboa durante el procedimiento de registro en el museo.
Renovación
El Museo Mapuka tiene planeado su renovación para mediados de año, momento en que serán expuestas estas nuevas piezas arqueológicas que incluyen elementos de concha y oro, y dan cuenta sobre los modos de vida y jerarquías sociales que posiblemente existían en esa época.
Carla Baquero, directora del Museo Mapuka, destaca la importancia de la donación y de ampliar la colección arqueológica, ya que permite tener más información sobre las formas y los modos de vida que se cree que se tuvieron en el territorio.
La ampliación de la colección hace parte de un ejercicio investigativo que resulta beneficioso para la población y permite tener una cercanía más real con estos patrimonios y legados, que nos siguen hablando sobre las formas y los modos de vida que se cree que se tuvieron en este territorio.
“Nos podemos llamar museos en la medida que tenemos una interacción y un diálogo constante con nuestras comunidades. Una colección que podamos analizar, investigar, pero sobre todo comunicar, divulgar y hacer conocer a más públicos. Nosotros contamos con una de las colecciones más variadas de cerámica de la región del Caribe colombiano y tenemos también otros materiales como líticos, concha y metales, que dan cuenta de una perspectiva muy amplia de cómo fueron las formas de vida de todas estas comunidades en el pasado”, argumenta Baquero.
El poder ampliar la colección arqueológica permite a los visitantes tener nuevas experiencias educativas, estéticas y de contemplación frente a un patrimonio material que nos habla y nos da cada vez más información sobre cómo fueron estas formas de vida.
El proceso de recibimiento incluyó la catalogación y el registro de las 180 piezas arqueológicas ante el Instituto Colombiano Antropología e Historia, que avala la tenencia del material arqueológico.
Piezas halladas
El ajuar funerario del individuo masculino tiene ornamentos elaborados en conchas de caracoles marinos, como el cubre sexo elaborado con la concha de un aliger gigas. También tiene cuentas de collar redondas con placas cuadradas como forma de una pechera y cuentas redondas en diferentes tamaños, además de hachas en piedra pulida en las extremidades.
La tumba del individuo femenino también tiene cuentas de collar un poco más grandes en concha, tenía tumbaga, que es la aleación de oro y cobre; unos pendientes en oro y cobre, y una vasija también matada en la parte de la cabeza.
“Estas conchas nos están diciendo que la gente de los Montes de María tenía una relación con la gente costera, con el río Magdalena y con los archipielagos de las islas del Rosario y San Bernardo. Es una hipótesis. Hubo toda una intencionalidad en las tumbas, pues le invirtieron trabajo, por eso creemos que esta sociedad ya estaba un poco organizada políticamente”, resalta Gamboa.