El pasado 4 de febrero, el Papa Francisco se reunió en el Vaticano con dos miembros de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP).
Se trata de una sociedad de vida apostólica que se caracteriza por promover la celebración de la Misa tradicional en latín.
El P. Benoît Paul-Joseph, superior del Distrito de Francia; y el P. Vincent Ribeton, rector del Seminario de San Pedro de Wigratzbad, fueron recibidos por Francisco.
Durante el encuentro, el Papa Francisco subrayó que los institutos como la Fraternidad de San Pedro no se ven afectados por las disposiciones generales del Traditionis Custodes.
Indicó que “el uso de los antiguos libros litúrgicos está en el origen de su existencia y está previsto en sus constituciones”.
Vigente desde 1962
El Santo Padre confirmó que sus miembros tienen derecho a utilizar los libros litúrgicos vigentes en 1962.
Lo hizo a través de un decreto que firmó el 11 de febrero, fecha en la que la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro la consagraron solemnemente al Corazón Inmaculado de María.
El decreto fue publicado por la Fraternidad este lunes 21 de febrero.
Allí el Papa Francisco señaló que “podrán usar esta facultad en sus propias iglesias u oratorios; en otros lugares, sin embargo, solo con el consentimiento del Ordinario del lugar, excepto para la celebración privada de la Misa”.
“Sin que obste a lo anterior dicho, el Santo Padre sugiere que, en la medida de lo posible, también se reflexione lo establecido en el motu proprio Traditionis Custodes”, concluyó.
El pasado 16 de julio, el Papa Francisco promulgó el motu proprio Traditionis Custodes, a través del cual estableció restricciones para la celebración de las Misas en latín en la forma extraordinaria previa a la reforma de 1970 y donde se utiliza el Misal Romano de 1962.
El Santo Padre publicó el motu proprio junto a una carta en la que explicaba las razones que le habían llevado a tomar esta decisión.
Evitar abusos
Uno de estos argumentos era el deseo de evitar “los abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia”.
También de celebrar “con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II sin excentricidades”.
“Las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es el ‘sacramento de la unidad’, por lo que deben hacerse en comunión con la Iglesia”, escribió el Papa.
Asimismo, explicó que había tomado la decisión de “suspender la facultad concedida por mis predecesores” e invitó a los obispos a compartir con él “esta carga como forma de participación en la preocupación por toda la Iglesia”.