En veinte años (2000 a 2020) la prevalencia del consumo de tabaco en los países de América Latina disminuyó de 28% a 16,3%, lo que convirtió a la región en la segunda con la prevalencia más baja del mundo.
Sudamérica se destacó todavía más al convertirse en 2020 en la primera subregión en ser 100% libre de humo, lo que indica que más de 400 millones de personas están protegidas de la exposición al humo ajeno.
Es probable que la región logre la meta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que prevé para 2025 una reducción relativa de 30% en la prevalencia del consumo de tabaco en personas de 15 años o más.
¿Por qué no hay celebraciones? Quedan algunos desafíos importantes y la industria del tabaco no deja de dar sorpresas.
Un editorial firmado por tres médicos argentinos, Dra. Susana Luhning, Dr. Daniel Buljubasich y Dra. Gabriela Senatore, en Archivos de Bronconeumología, destaca los avances como significativos, pero alerta que los nuevos desafíos requieren el desarrollo de estrategias novedosas, que deben ser rápidas y adecuadas.
“Si cuestionamos si se fuma menos en Latinoamérica, la respuesta es afirmativa. Pero sin subestimar lo que se ha logrado, es esencial no retrasar lo que está pendiente”, comentó a Medscape en español la Dra. Luhning, neumóloga, magíster de tabaquismo y vicepresidente segunda de la Asociación Argentina de Tabacología, docente universitaria y médica en el Hospital Nacional de Clínicas de la Universidad Nacional de Córdoba.
Los datos estadísticos disponibles, aunque muchos de ellos poco actualizados, presentan de forma general un escenario alentador.
La Dra. Luhning está conforme de que además de la reducción en el porcentaje de fumadores la población acoja muy bien las medidas y exista un cambio de mentalidad y de actitud en relación con fumar en ambientes públicos.
Grave problema
Pero advirtió que el tabaquismo continúa siendo un grave problema de salud pública en la región. “Todavía es más común entre los hombres, pero la brecha de sexo se está reduciendo significativamente y nuevas estrategias ganan a los jóvenes”.
En Argentina, por ejemplo, el tabaquismo parece haber disminuido de forma continua en la población de edades entre 13 y 15 años, pasando de 22% a 20,5% y después a 16% (datos de 2007, 2012 y 2018, respectivamente).
Pero contrario al patrón que todavía se observa en las personas adultas, apenas hay diferencias en la prevalencia del consumo de tabaco por sexo en la población joven.
“De forma general, cada vez la brecha entre hombres y mujeres fumadoras es menor. Incluso en algunos países fuman más las chicas que los chicos”, indicó la Dra. Luhning.
Es el caso de Argentina, donde según datos de 2018, 21,4% de las adolescentes de 13 a 15 años fumaba, mientras que en los adolescentes de la misma edad la prevalencia era menor (18,7%).
La especialista agregó que esto ocurre porque la industria tabacalera se centró en los últimos años en la población que menos fuma, mujeres y adolescentes. “Y de hecho, ha conseguido los objetivos”.
Los jóvenes están siendo atraídos hacia el consumo de nuevos productos de nicotina y tabaco y entre los problemas emergentes se destaca el consumo de estos nuevos productos y diversos estudios indican que muchas veces se asocia al consumo de cigarrillos tradicionales.
Además, sería puerta de entrada al consumo de productos de tabaco en niños, niñas y adolescentes.
Políticas incompletas
Desde hace años la OMS propone enfrentar el consumo con un paquete de medidas denominadas MPOWER: monitoreo de la prevalencia del consumo de tabaco y las políticas de control del tabaco (M), protección contra la exposición al humo del tabaco (P), ofrecimiento de ayuda para abandonar el tabaco (O), warning, es decir, advertencia sobre los peligros del tabaco (W), hacer cumplir (enforce) las prohibiciones de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco (E) y al aumento (raise) de los impuestos a los productos de tabaco (R).
Solo las políticas relativas a los ambientes libres de humo de tabaco y las advertencias sanitarias gráficas se aplican a un ritmo razonable en la región.
El último informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) resalta que aún queda mucho trabajo por hacer, “sobre todo para conseguir la voluntad política al más alto nivel, algo necesario para hacer cumplir esa legislación en las respectivas jurisdicciones”.[2]
Respecto a las medidas relacionadas con el monitoreo del consumo de tabaco, la diferencia es mucho mayor, con datos no actualizados del consumo en la población estudiantil.
También hay deficiencias en políticas de prevención, oferta de ayuda para dejar de fumar, aplicación de las prohibiciones de la publicidad, promoción y patrocinio del tabaco.
Solo tres países (Argentina, Chile y Brasil) aplican medidas para el umbral del total de impuestos indirectos represente 75% o más del precio al por menor de los productos de tabaco.
El informe describe que la tributación del tabaco sigue siendo la medida menos aplicada en la región de las Américas, “principalmente debido a la información engañosa sobre el impacto negativo que tendría el aumento de los impuestos, por ejemplo, en el incremento del comercio ilícito de tabaco”.