Grasas, carbohidratos y proteínas: los tres macronutrientes que nos proporcionan la energía que necesitamos para vivir.
Los macronutrientes son una forma muy cómoda de definir el principal eje de las guerras dietéticas de los últimos 40 años. Desde la moda de las dietas bajas en grasas de finales de los 80 (“la grasa engorda”) hasta el alejamiento de los carbohidratos en general y del azúcar en particular en los 90 y 2000, llegamos ahora a lo que parece una fascinación por las proteínas.
Las dietas ricas en proteínas, como la paleo y la de la zona, son cada vez más populares, y aunque la cada vez más recurrida dieta keto es en realidad más anticarbohidratos que proproteínas, cualquier dieta que limite un “macro” aumentará inherentemente las concentraciones de los otros.
Es lógico que las dietas ricas en proteínas sean buenas para la salud. Las cosas buenas de nuestro cuerpo (como los músculos) están hechas de proteínas y somos lo que comemos, ¿verdad? Pero los datos no apoyan necesariamente la afirmación de que un alto contenido en proteínas sea realmente muy saludable.
Los estudios en animales demuestran de forma bastante sistemática que las dietas más ricas en proteínas están asociadas a una mayor ateroesclerosis, y algunos estudios epidemiológicos en humanos, aunque no todos, también muestran una relación entre la ingesta de proteínas y las cardiopatías.
Macronutriente bueno
Entonces, ¿tenemos problemas? ¿No hay ningún macronutriente bueno?
Un nuevo artículo señala que algunos de los problemas observados con las proteínas podrían reducirse a un solo aminoácido: la leucina.
En esta ocasión hablamos del estudio publicado en Nature Metabolism sobre el efecto umbral mediado por leucina en la señalización mTOR de los macrófagos y el riesgo cardiovascular, de Xiangyu Zhang, Ph. D., y sus colaboradores de la University of Pittsburgh, en Pittsburgh, Estados Unidos.
Para entender el estudio, hay que comprender su hipótesis central. La ingestión de proteínas desencadena un aumento de aminoácidos en la sangre y, de algún modo, uno o varios de esos aminoácidos estimulan la activación de los monocitos, células que intervienen en la inflamación.
La inflamación provoca ateroesclerosis y, finalmente, enfermedades cardiovasculares.
La pieza central del artículo son dos estudios en humanos muy controlados, aunque muy breves. Tras un ayuno de 12 horas, 14 individuos bebieron ya fuera un licuado bajo en proteínas o uno alto en proteínas. Más tarde, hicieron lo contrario, por lo que sirvieron de control. Los licuados estaban emparejados en cuanto a calorías y después de que los individuos lo bebieron, se les tomaron muestras de sangre durante las horas siguientes.
Un experimento paralelo tenía un diseño similar, excepto que aquí los individuos comieron una comida sólida con un contenido de proteínas diferente, más cercano a los rangos normales de las dietas humanas: 15% frente a 22% de ingesta de proteínas.
¿Aumentaba la cantidad de aminoácidos en la sangre ingerir proteínas? Por supuesto que sí. En comparación con las comidas con menos proteínas, las comidas que tenían más producían más aminoácidos. Supongo que esto demuestra al menos que la digestión funciona.
Activación de los monocitos
Mucho más interesante es el análisis de grupo de investigadores sobre la activación de los monocitos. Aquí tienen varias lecturas bioquímicas, les muestro la fosforilación de S6, pero todos los resultados son similares: aproximadamente 20% más de activación en el estado rico en proteínas. En el estudio sobre alimentos sólidos se observaron resultados similares, aunque menos extremos.
Este es un estudio demostrativo preliminar y apoya la hipótesis central. Ahora las y los investigadores tenían que encontrar qué aminoácido o aminoácidos podían ser los causantes. Razonaron que, fuera cual fuera el aminoácido causal, debía estar elevado en relación con los controles en ambos experimentos, lo que lo redujo a los siguientes siete.
Una vez reunidos los sospechosos habituales, expusieron en cultivo celular los monocitos a ellos. Ahora bien, la dosis aquí es claramente suprafisiológica; estos monocitos están siendo inundados positivamente con aminoácidos, pero el experimento tuvo éxito en mostrar cuáles los estimulaban más. ¿El primero de la lista? Leucina.
La leucina es uno de los tres aminoácidos de cadena ramificada y es un aminoácido esencial. No disponemos de vías biológicas para crearla, solo podemos ingerirla a partir de las proteínas que comemos. Y muchos de los alimentos que comemos contienen leucina.
Es decir, cualquier alimento rico en proteínas va a ser algo rico en leucina ─aquí pongo algunos ejemplos─ pero señalaré que, en general, las proteínas animales son más ricas en leucina que las proteínas vegetales.