En América Latina y el Caribe la seguridad alimentaria es un desafío que afecta profundamente a las poblaciones.
De acuerdo con estudios recientes, la región enfrenta alrededor del 40 % de inseguridad alimentaria, un 10 % más alto que el promedio mundial en términos de hambre, y su prevalencia ha aumentado significativamente en la región, con 56,5 millones de personas afectadas en 2021.
Esta y otras reflexiones académicas se dieron durante la primera jornada del LAC Connections Symposium, en el marco de la VIII Cátedra Global de la Universidad del Norte, en articulación con la National Academy of Sciences (NAS).
Los asistentes debaten en la institución hasta el 1º de marzo sobre avances en temas multidisciplinarios, como océanos bajo cambio climático, energía, infraestructura de transporte, reparación y recuperación de pandemias, entre otros.
“La situación de inseguridad alimentaria se ha agravado tras la pandemia del Covid-19 y la crisis económica resultante. Es crucial destacar que esta afecta de manera desproporcionada a las mujeres en nuestra región. Estas tendencias nos desafían a buscar soluciones que promuevan la disponibilidad continua de alimentos, un acceso equitativo, la reducción del desperdicio de alimentos y la minimización de la pérdida de biodiversidad”, afirmó Matías Mastrangelo, investigador del Consejo Nacional de Investigación Científica y Técnica de la Universidad Nacional de Mar del Plata, cuya investigación se centra en los procesos humanos, sociales e institucionales que subyacen al cambio de uso de la tierra en el paisaje rural.
Abordar los desafíos
Junto a Joanna Lado, experta en calidad y poscosecha del Programa de Citricultura del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, presidió la primera sesión del simposio, y subrayaron la urgencia de abordar los desafíos que enfrenta América Latina y el Caribe en términos de seguridad alimentaria.
“Debemos reconsiderar la forma en que producimos y consumimos alimentos para lograr una verdadera sostenibilidad. La reducción de las pérdidas de alimentos, que actualmente representan alrededor del 50 % de nuestra producción, es un desafío que debemos afrontar. También es crucial explorar la coexistencia armoniosa entre la producción de alimentos y la preservación de la biodiversidad, lo que nos permitirá reducir el uso de fungicidas y pesticidas. Este simposio nos brinda ejemplos concretos de cómo es posible lograr estos objetivos y agregar valor a la producción de alimentos tanto a nivel local como internacional”, resaltó Lado, seguido de diferentes presentaciones de expertos sobre el tema y un panel.
Importancia investigativa regional
Alberto de Castro, vicerrector académico de Uninorte, destacó la importancia de la participación de la Academia Nacional de Ciencias y su confianza depositada en Uninorte para el desarrollo de este evento histórico en la región. Recalcó el desafío de identificar las variables que conectan los temas de cambio climático, seguridad alimentaria, energía, infraestructura de transporte, reparación y recuperación de pandemias, y resiliencia comunitaria ante desastres, abordándolo desde una perspectiva multivariable paraNAS desarrollar soluciones efectivas.
“Es crucial comprender la importancia de eventos como este en la actualidad. Si queremos comprender adecuadamente este mundo y las causas de los fenómenos que estamos analizando, debemos enfrentarnos a nosotros mismos. Espero que disfruten de este simposio, y confío en que, al conectar estas ideas, podremos contribuir a un mundo mejor”, señaló.
De igual forma, el director sénior Dalal Najib, quien lidera las actividades de Desarrollo de Capacidades en Ciencia e Ingeniería en la División de Política y Asuntos Globales (PGA) de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los EE. UU., expresó su agradecimiento a la universidad y al comité organizador por su trabajo en la organización del simposio.
Destacó la necesidad de apoyo a la comunidad investigadora y la importancia de las conexiones para sostener la ciencia en América Latina, haciendo hincapié en el desarrollo de capacidades en comunicación y participación de las partes interesadas, un conector urbano para intercambio de información científica en línea, y la facilitación de colaboraciones interdisciplinarias y el intercambio de ideas y conocimientos.
“Hemos extendido estos programas a la región árabe, pero también a África. Y ahora este es el primero en América Latina. Así que este es un acontecimiento histórico para una parte de la historia, y espero que sea el primero de muchos”, concluyó el académico.