El Alzheimer es la forma más común de demencia; más de 10 millones de personas viven con demencia en la Región de las Américas y se espera se dupliquen los casos cada 20 años.
Los síntomas de esta patología son insidiosos y puede pasar mucho tiempo antes de que se desarrollen problemas cognitivos graves, lo que dificulta el diagnóstico.
La Dra. Reyna Lamas, especialista en psiquiatría, mencionó que “dado que los cambios observados en la enfermedad de Alzheimer no se limitan únicamente al cerebro”, es importante prestar atención a señales y marcadores relacionados con la presión arterial y la dieta, como estreñimiento, composición corporal y niveles sanguíneos de colesterol y glucosa en sangre, como herramientas valiosas para el diagnóstico.
“Como parte del proceso de neuroinflamación se pueden observar alteraciones a nivel de la microbiota intestinal que promueven un aumento en la producción de citocinas proinflamatorias y quimiocinas, así como una disminución de factores antiinflamatorios, lo que favorece la inflamación y afecta la absorción intestinal”, explicó la Dra. Lamas, quien agregó que esto genera un ciclo que aumenta la neuroinflamación.
“Asimismo, es relevante destacar que el exceso de grasa corporal y las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta también pueden tener efectos similares en la inflamación corporal, añadiendo otra capa de complejidad a la relación entre dieta, sistema digestivo y enfermedad de Alzheimer”, agregó la Dra. Lamas.
Destacó también la importancia de investigar el patrón alimenticio del paciente, prestando especial atención a ciertos indicadores, como elevado consumo de alcohol y de alimentos ultraprocesados ricos en sodio, azúcares y grasas saturadas y bajo consumo de frutas y verduras.
Patrones nutricionales
Aunque no se puede evitar por completo el Alzheimer, factores en el estilo de vida, como hacer ejercicio regularmente, mantener una vida social activa, dormir lo suficiente, controlar enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes y mantener una dieta saludable con nutrientes neuroprotectores puede reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad y otras demencias.
Una revisión sistemática reciente reveló que las dietas mediterráneas, MIND (Mediterranean-DASH Intervention for Neurodegenerative Delay) y cetogénica, por sus composiciones, pueden contribuir a la desaceleración del deterioro cognitivo.
- La dieta mediterránea se caracteriza por ser rica en vegetales, vitamina A y betacaroteno. Consumir esta dieta se relaciona con cambios positivos en la microbiota intestinal, menos fragilidad, mejor función cognitiva y reducción de la inflamación, incluyendo proteína C-reactiva e interleucina-17. Además, en adultos con diabetes de tipo 2 y cumplimiento riguroso de la dieta mediterránea se ha informado una mejora en la función cognitiva. Si se combina con actividad física, esto también se relaciona con una menor acumulación de beta-amiloide.
- La dieta MIND combina elementos de las dietas mediterránea y DASH. Su principal objetivo es prevenir la demencia al influir en factores cardiovasculares y aumentar la protección cerebral mediante antioxidantes y antiinflamatorios. Los estudios sobre la dieta MIND en la prevención de la demencia concuerdan en que una alta adherencia a esta dieta se asocia con una mejor salud mental y una menor incidencia de demencia.
- La dieta cetogénica, caracterizada por su alto contenido en grasas y bajo en carbohidratos ofrece notables beneficios para pacientes con epilepsia resistente a fármacos y aquellos con deterioro cognitivo debido a la demencia, al enfocarse en la regulación del metabolismo de la glucosa, especialmente relevante en el contexto de la enfermedad de Alzheimer con resistencia a la insulina cerebral. Existe respaldo científico para la conexión entre la resistencia a la insulina y la diabetes como factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer.