No habrá cargos judiciales contra los militares que ejecutaron el bombardeo contra el hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz, Afganistán.
Murieron 42 personas y ahora, seis meses después, Estados Unidos no sancionará a 16 militares.
El castigo más severo, aunque ninguno lo es en realidad, lo ha sufrido un oficial que ha sido suspendido.
El resto: siete recibieron una carta de reprimenda, seis fueron enviados a sesiones de terapia y dos a cursos de entrenamiento.
Así lo reveló el periódico Los Angeles Times que tuvo acceso al informe, que el Pentagono tiene previsto hacer público.
Medicos Sin Fronteras, que valorará el informe cuando sea público y ofiicial, calificó el ataque como “un crimen de guerra”.
El 3 de octubre de 2015 un bombardero rompe el silencio de la noche con bombas que hacen temblar hasta llevar a escombros al hospital.
Ni las 15 llamadas y mensajes pidiendo detener el ataque sirvieron.
Según los testigos, fueron 29 interminables minutos en los que hubo pacientes que murieron quemados en sus camas.
