Probablemente, para los habitantes de Barranquilla sea común suponer que en el sur de la ciudad, donde habita la mayor población vulnerable socioeconómicamente, hace más calor que en el norte.
Pues un artículo publicado por investigadores de la Universidad del Norte (High land surface temperatures (LSTs) disproportionately affect vulnerable socioeconomic groups in Barranquilla, Colombia) lo confirma: la población más vulnerable de Barranquilla está expuesta a temperaturas más altas. ¿A qué se debe?
Este no es un hallazgo excepcional, múltiples estudios realizados en todo el mundo han identificado que las zonas con mayor vulnerabilidad socioeconómica registran temperaturas más altas. En uno de estos, aplicado en 25 ciudades alrededor del mundo, se encontró que en el 72 % de los casos los barrios con menores ingresos experimentan mayores temperaturas.
Los investigadores de Uninorte, Yelenka Nuñez, egresada de Ingeniería Civil y estudiante del doctorado en Sistemas Ambientales en University of California; Natalia Hoyos, profesora de Historia y Ciencias Sociales; y Julián Arellana, decano de Ingenierías, aplicaron una metodología similar en Barranquilla para responder la hipótesis de si los barrios más calientes de la ciudad coinciden con las zonas socioeconómicas más vulnerables.
La profesora Hoyos explica que en el análisis se utilizan las temperaturas superficiales, que son medidas a través de sensores remotos y corresponden a qué tan caliente se siente una superficie al tacto; por lo tanto, no son comparables con la temperatura del aire que se mide a través de estaciones climatológicas.
Ventajas y limitaciones
“La temperatura superficial tiene ventajas y limitaciones. La principal ventaja es que proveen una cobertura continua de la superficie, lo cual no es posible a partir de estaciones climatológicas, debido a que en la mayoría de las ciudades existen pocas. Una limitación es que no necesariamente reflejan la temperatura que experimentan las personas, dado que representan las superficies directamente expuestas al sensor. Por ejemplo, en un parque urbano, el sensor mide la temperatura del tope de los árboles, mientras que el peatón experimenta la temperatura bajo la sombra de los árboles”, agrega Hoyos.
Los investigadores cruzaron variables geográficas (como distancia al río, distancia a la costa, densidad de la vegetación y densidad de construcción) y socioeconómicas (estrato social, nivel educativo, porcentaje población adulta mayor, densidad poblacional y porcentaje de población migrante).
Los resultados indican que las mayores diferencias en temperatura se relacionaron con la distancia al río y la costa, mientras que la densidad de vegetación y construcción arrojó diferencias marginales.
De esta forma, las zonas en estrato socioeconómico bajo presentaron una temperatura superficial promedio de 43,7°C, comparado con un valor de 38,5°C en las zonas en estrato socioeconómico alto.
Las primeras se encuentran más alejadas de la costa (14 km en promedio) y del río (4,7 km) que las segundas (6,9 km de la costa y 3 km del río).
Según Yelenka Núñez, abordar la problemática de las altas temperaturas en ciertas zonas de la ciudad requiere un enfoque multifacético y soluciones adaptadas a las limitaciones específicas de estas áreas urbanas densamente construidas.
Estrategias de mitigación
“Existen múltiples estrategias de mitigación que se han usado en otras ciudades, como techos verdes, fachadas verdes, mayor vegetación y árboles en las calles, o el uso de materiales reflectantes en techos, paredes y pavimentos, que, si bien, no solucionan el problema completamente, pueden ayudar a disminuir la temperatura dentro de las edificaciones.
Sin embargo, hace falta más estudios que evalúen las medidas de mitigación que se ajusten mejor a las condiciones locales del área urbana en Barranquilla”, dice.
En Barranquilla, señalan los investigadores en el artículo, la segregación espacial socioeconómica en el área de estudio se relaciona con su historia de desarrollo urbano, donde los asentamientos informales ocuparon áreas con mayor exposición al calor (más alejadas de la costa y el margen del río), mientras que los asentamientos formales y más prósperos se desarrollaron en las zonas más frías.
Por lo tanto, los habitantes de áreas con riesgo de calor moderado a alto en vecindarios de bajos ingresos y mal planificados no solo se ven afectados por las altas temperaturas, sino también por la desigualdad en el entorno construido, el sistema de transporte y la calidad del aire.
Como parte de la investigación, se generó un mapa de vulnerabilidad socioeconómica, que combina todas las variables analizadas y está superpuesto con un mapa de amenaza por temperaturas superficiales. El resultado es un mapa de riesgo a altas temperaturas superficiales, que muestra las zonas con riesgo alto, medio y bajo.
Planificación urbana
“Este mapa es útil en la planificación urbana. Permite priorizar la implementación de medidas de mitigación ante altas temperaturas superficiales. Adicionalmente, el análisis más detallado del clima urbano y del efecto de ciertas medidas de mitigación, permitiría realizar recomendaciones específicas sobre la orientación, altura y materiales de nuevas construcciones, así como de la ubicación de nuevas áreas verdes”, agrega Hoyos.
Las medidas para mitigar las altas temperaturas urbanas por lo general buscan disminuir la radiación solar absorbida por las superficies urbanas, incrementar la sombra y ventilación a escala urbana y disipar el calor acumulado. Aspectos que deberían empezar a tenerse en cuenta a la hora de planificar el desarrollo urbano de Barranquilla.