Por: Claudia P. Rodríguez Locarno
Psicóloga – Neuropsicóloga
A propósito de la tragedia ocurrida esta semana en Tasajera, y de las múltiples manifestaciones que se han suscitado alrededor de ella, considero que hay diversos puntos de vista que deben ser tenidos cuenta, pues una situación tan compleja como ésta no puede ser abordada desde una sola perspectiva. Me permito referirme a algunos elementos:
- La conducta de un grupo de seres humanos, cayendo como aves de rapiña para tomar lo que se pueda desconociendo el peligro, es una reacción irracional, que emana directamente del cerebro primario, donde se actúa por instinto y sin ningún tipo de lógica. Definitivamente estas personas actuaron de manera refleja, instintiva, sin medir las consecuencias de sus actos a corto y largo plazo.
- La mayoría de quienes se vieron involucrados en el accidente eran personas jóvenes, sin empleo, educación, ni oportunidades, que han visto en el saqueo de vehículos accidentados una forma de sustento que han legitimado en su vivir. Es claro que emprender un saqueo en masa fue un accionar primario, pero si lo analizamos a fondo es el producto de muchos años de desigualdad social, abandono y falta de educación, que se resumen en la histórica ausencia del Estado ante la realidad no solo de esta población sino de las muchas otras olvidadas a lo largo y ancho del país.
- No podemos desconocer que, en la actualidad la experiencia cotidiana de cualquier colombiano, está mediada por malas noticias, producto no solo de la situación de emergencia sanitaria presente, sino de innumerables hechos de violencia que se han ensañado con la población civil desde el pasado siglo XX y esto afecta en todo sentido.
- El permanente contacto con las manifestaciones violentas de la sociedad, genera más violencia, y en este triste hecho, lo podemos ver reflejado en que no solo hay violencia en quienes saquean, sino también en quienes, en lugar de ayudar a los heridos, tomaron fotos y vídeos que inmediatamente subieron a las redes sociales sin ningún tipo de respeto por la vida, o por la muerte. Violencia en quienes obstruían el paso de las ambulancias porque solo les interesaba seguir robando gasolina. Hay violencia en aquellos en cuyos comentarios en redes sociales afirmaron que lo que ocurrió es un castigo bien merecido, llegando a celebrar el dolor y la muerte de los que participaron en el fatal hecho.
- Nuestra sociedad ha optado por estar enferma, pero toda enfermedad tiene un mensaje y a su vez trae consigo la posibilidad de sanar. Aceptar entonces que se necesita un proceso sanador implica que todos los individuos que pertenecemos a ella tenemos una pequeña parte de la responsabilidad, para así lograrlo.
- Aceptar es el primer paso para sanar, el siguiente debe ser actuar. La cura está en cada hogar, y en el corazón de cada colombiano, donde se debe volver a cultivar la sensibilidad, el respeto por el otro, el amor por la vida y la resiliencia. Esto se logra con educación en todos los ámbitos de la sociedad, para que cada persona sea capaz de reconocerse como sujeto y como ser colectivo. Si cada individuo está sano a nivel personal, habrá una conciencia colectiva sana, desde la que podrá renacer la patria y encaminarse hacia un futuro de esperanza.
- Empecemos, promoviendo un lenguaje positivo y propositivo en todos los ámbitos de nuestra sociedad, como estrategia para ayudar a modificar estilos cognitivos no aportantes y a generar nuevas conexiones neuronales que nos procuren mayor inteligencia emocional. Impulsemos el fortalecimiento de nuevos esquemas de pensamiento, libres de creencias limitantes que faciliten un mejor funcionamiento individual, así podremos alcanzar un comportamiento colectivo con mayor salud y equilibrio.
Claudia Patricia Rodríguez Locarno
Psicóloga, egresada de la Universidad del Norte, Magister en Neuropsicología, de la Universidad Simón Bolívar. Miembro de la Sociedad Colombiana de Neuropsicología. Con formación en Psicología infantil, Neurodidáctica Gestión de Calidad y Gestión del talento humano.