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Suaneros vuelven a levantar trincheras para proteger su pueblo

Por Hugo Penso Correa

Como hace diez años, cuando las aguas del canal del Dique y el río Magdalena amenazaron con destruir a la población, los habitantes de Suan volvieron para levantar trincheras y tratar de impedir, esta vez, que el virus covid-19 llegue a su población. Hoy esa pequeña población del sur del Atlántico vuelve a ser ejemplo de acciones colaborativas y participativas en las cuales se involucran a las comunidades para defender intereses superiores comunes.

Al igual que hace una década, hoy los suaneros se convierten en símbolo de resistencia contra la naturaleza. En aquel entonces la inundación intentaba acabar con una comunidad que nació como un puerto de paso para abastecer de combustible a los barcos que con carga y pasajeros navegaban desde el norte hacia el centro del país y viceversa. Hoy se organizan y levantan barricadas no para contener la fuerza de las aguas, sino para detener un enemigo invisible que llega camuflado entre los visitantes.

Hace dos lustros, todos en el pueblo -sin distingo de edad, género o posición política- se sumaron al alcalde de entonces Rodolfo Pacheco y con todos los materiales que tuvieron a la mano tapaban las grietas por donde intentaba romper la corriente. Hoy vuelven a hacerlo, pero con otro alcalde (Danilo Cabarcas). Están usando alambre, madera y hasta piedras para bloquear el acceso de seis de las entradas que tienen ese municipio de menos de diez mil habitantes con el fin de evitar que hasta esta población llegue el coronavirus.

Solamente dejaron una entrada principal donde se realiza la desinfección y no se permite el ingreso de foráneos, al menos que figuren entre las excepciones que establece la ley, debido a que lo más importante es garantizar la salud de la comunidad. Permanentemente están revisando las entradas selladas con el fin de evitar que sean destruidas y por ese lugar puedan ingresar ciudadanos sin que se sometan a los controles de las autoridades.

Hace diez años todas las poblaciones vecinas fueron sucumbiendo ante el cerco de las aguas. Primero fue Santa Lucía, Luego Campo De la Cruz, Candelaria, Luruaco y Repelón, pero Suan se mantuvo fuerte y no cayó. Hoy parece que la historia se repitiera de la misma forma y a la orilla del río Magdalena este grupo de familias sigue en pie peleando contra un enemigo microscópico. Lo más probable es que el coronavirus llegue, pero lo que sí queda demostrado es que la gente se organiza con sus autoridades con el propósito de defender su pueblo. Ojalá en otros sitios los ciudadanos “copiaran como copian” en Suan.

Ahora bien, el caso de Suan no es de extrañar. No por nada desde hace muchos años, por lo menos veinte, presenta cifras de cobertura en educación, salud, saneamiento básico y necesidades básicas por encima de muchos municipios del Atlántico. Los alcaldes que han tenido y sus comunidades algo deben estar haciendo, por lo menos, medianamente bien.