Marruecos y España se encuentran en una encrucijada en su asociación energética, una situación que ha ido cobrando relevancia desde octubre de 2021, cuando se produjo el cierre del gaseoducto Magreb-Europa. Este ducto, que anteriormente transportaba gas argelino a España a través de los yacimientos de Hassi R’Mel, quedó fuera de servicio, lo que desencadenó una serie de desafíos para ambas naciones en términos energéticos.
El conflicto radica en la tensión diplomática entre Marruecos y Argelia, un factor determinante en el cierre del gaseoducto. Argelia, en respuesta a las tensiones bilaterales, decidió interrumpir el suministro de gas a través de esta ruta, privando a Marruecos del acceso al gas argelino que anteriormente recibía. Ante esta situación, Marruecos se vio en la necesidad de buscar alternativas viables para satisfacer su demanda energética.
En 2022, Marruecos encontró un socio estratégico en España para abordar su desafío energético. Ambos países acordaron modificar la dirección del gaseoducto Magreb-Europa, permitiendo el transporte de gas de norte a sur. Esta medida ofreció un respiro momentáneo a Marruecos, pero no resolvió por completo su dependencia energética de Argelia.
A pesar del cambio en la dirección del gaseoducto, Argelia mantuvo su postura de no permitir que Marruecos accediera al gas argelino. Ante esta negativa, Marruecos se vio obligado a explorar otras opciones para asegurar su suministro de gas. Una solución temporal fue la importación a un precio razonable de Gas Natural Licuado (GNL) para satisfacer sus necesidades energéticas.
España desempeñó un papel crucial en este proceso al proporcionar certificados que garantizaban que el gas importado no tenía origen argelino, evitando así conflictos diplomáticos adicionales.
La sanción de Argelia representó un desafío significativo para Marruecos, que se vio obligado a replantear su estrategia energética. Esta crisis sirvió como catalizador para que Marruecos buscará la independencia energética y diversificará sus fuentes de energía.
En consecuencia, Marruecos inició un ambicioso programa de desarrollo de infraestructuras de gas, con el objetivo de construir tres plantas regasificadoras de GNL, tanques de almacenamiento y gaseoducto que abastezcan a las principales compañías de gas del país.
La construcción de la primera regasificadora ya está en marcha en Nador West Med, y se están planificando otras dos en Mohammedia y Dajla. Además, Marruecos tiene la visión de establecer un gaseoducto submarino que atraviese varios países para transportar gas nigeriano. Sin embargo, la materialización de este proyecto depende en gran medida de la aprobación de Nigeria y podría llevar varios años completarse.
Mientras Marruecos trabaja en su independencia energética, también se está comprometiendo con el desarrollo de energías renovables. Proyectos como la planta solar de Noor Ouarzazate y el parque eólico de Tarfaya reflejan el compromiso del país con un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Con la ambición de producir el 52% de su electricidad a partir de fuentes renovables para 2030, Marruecos está trazando un camino hacia un futuro energético más verde y autosuficiente.
En esta búsqueda de independencia energética, Marruecos está decidida a poco a poco, cortar sus lazos energéticos de dependencia anteriormente nombrados, en pos de una autosuficiencia energética de carácter renovable y orgánica.
Aún está por ver qué efectos tendrá en el mercado energético español, ya que los cambios drásticos en el gas como producto también tienen efectos colaterales en el precio de la luz, y por ende, se tendrá que estudiar si esto tendrá un efecto en la factura de la luz o el gas de los españoles.
Fuente: elcomparadordeluz.es