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Los Angelitos… el verdadero día de los niños

*Una tradición que aún viven los pueblos. *En barrio abajo hoy se vivirá esa fiesta tradicional

Por: WILBER FABREGAS MOLINA

“Ángeles somos del cielo venimos, pidiendo limosnas pa nosotros mismos”

Recordar es vivir. Es una frase que se ajusta a las situaciones del pasado que fueron con el pasar de los años borradas de nuestras vivencias, costumbres que se han ido, muchas de las cuales queremos retomar no solo para recordar nuestra infancia o adolescencia, sino; mantenerlas en las nuevas generaciones como parte de la cultura caribe en la que nos desenvolvimos, unas tradiciones propias, sanas sin tener que copiar las usanzas de otras naciones.

Cuanto no anhelábamos en nuestra infancia la llegada del primero de noviembre o más exactamente la fecha de los angelitos, en donde como un hábito salíamos a las calles, en medio de nuestra inocencia a “rebuscarnos” con las golosinas que nos entregaban nuestros vecinos y los habitantes en general de los pueblos de nuestras regiones. Era algo que nos llenábamos cuando retornábamos al hogar de nuestros padres, de nuestros abuelos para con ellos y el resto de familia compartir lo que con cariño nos entregaban los adultos que día antes se preparaban para admirar esos grandes desfiles de pelaos por las calles de las poblaciones.

Y hacia más agradable el momento la canción de Rufo Garrido que se dejaba escuchar en cada una de las casas como un himno de la fecha, anunciando que se acercaban los niños y jóvenes a buscar sus golosinas “pa nosotros mismos”.

Desde la aparición de la celebración del día de Halloween en Colombia, se ha suscitado un dilema: ¿Cuál es el verdadero día de los niños?… el 31 de octubre, o el 1 de noviembre todos luchamos para que no se pierda esta tradición.

Ángeles somos…

“Ángeles somos del cielo venimos, pidiendo limosnas pa nosotros mismos”

Con este estribillo entonado por las mágicas gargantas de los niños colombianos, y en especial de la costa caribe colombiano, los hogares se preparaban para celebrar el día de los angelitos, celebración religiosa que el 1º de noviembre en muchos sitios alegraba el entorno de los rincones sociales donde lo único que se necesita para disfrutar esta fiesta era el ser niños.

Los niños solían trasladarse de un lugar a otro, con el visto bueno de sus padres por la vecindad. Algunos se alejaban varias cuadras de sus residencias, sin embargo; esto no representaba peligro alguno para los seres indefensos, porque los mayores estaban pendientes a su presencia.

Los adultos se preparaban para recibir a los menores de edad que llegaban a sus casas  “armados” de bolsas de papel, mochilas  o tula de  retazos de ropas que nos hacían las abuelas , quienes eran felices verlos pasara entonando el  estribillo que se hizo tan popular que fue llevado a  la casa de grabación Fuentes, para ser grabado en la voz de Rufo Garrido, músico popular que le cantaba a las temporadas tradicionales quien para darle más sabor costeño, le colocó unas notas jocosas, para que el disco  se vendiera.

“Ángeles somos del cielo venimos,

Pidiendo limosnas pa nosotros mismos

Hijuajuaa nariz pelá

Aguardiente y vino, peoo a Marcelino

Aguardiente y ron, peeoo a Marcelón

No me veas, no me veas

Saca el bollo de la batea

No te rías, no te rías

Que la mochila está vacía

Busca el sencillo busca el sencillo

Cinco centavos pa mi bolsillo.

Papaya fría pa las querías

Papaya asá pa las casás.

Rau, rau, rau, rau,

Que los caimanes están atoraos.

No sólo eran dulces

La chiquillada recibía de los mayores no tanto dulces, sino yuca, guineo verde, panela, cañandonga, maíz verde, caña de azúcar cortadas en rodajas grandes y hasta carne de res entre otras cosas, que alegres llevaban a sus casas y les entregaban el producto de lo pedido a sus progenitores, quienes les devolvían las golosinas, como caña de azúcar y los pocos dulces, mientras el resto era para la preparación de un delicioso sancocho familiar.

Los actores; o sea los niños colocaban sus mochilas, sacos u otro elemento como la tula, en medio de una vara de madera y en el recorrido se iban turnando, porque salían en grupos.

Si estos angelitos eran bien recibidos y les entregaban satisfacciones como los productos y la sonrisa de las mujeres que les correspondían, ellos en agradecimiento les respondían:

“Esta casa es de uvita donde viven las bonitas”

“Esta casa es de rosas, sonde viven las hermosas”

Y se alejaban hacia otros lugares. Cuando no les iba bien, que se encontraban con gente amargada y cují ellos les contestaban:

“Esta casa es de aguja donde viven todas las brujas”

Los menores más inquietos, al alejarse les hacían mofas y estos enojaban a los adultos que no atendían el requerimiento.

A veces por cualquier situación que los dueños de casa  no abrían las puertas, porque se encontraban lejos del hogar o porque no les gustaba la presencia de estos, ellos en su malicia infantil entonaban el estribillo, en forma burlesca:

“No te escondas, no te escondas

Porque ahorita te puedo sacar te saco, con la honda”

La honda es un instrumento de las poblaciones del caribe, elaborado rústicamente en madera, propia de algún árbol como el matarratón, la uvita u otro.

Irrupción del Halloween

En Colombia, la celebración de la fiesta de Halloween para los niños- que antes era llamada “La Noche de Brujas” comenzó a desplazar la celebración de la tradicional fecha de los angelitos y el comercio que según la gente fue el causante de esta innovación ganó terreno porque los niños el 1º de noviembre no salían a las calles por estar cansados y físicamente y por haber consumido dulces en cantidades que recogían en las tradicionales calabazas.

Por muchos años la celebración de los angelitos solo quedó en el recuerdo y el tema de Rufo Garrido era el que sonaba en las emisoras, lo que se consideró como “La lucha del poder adquisitivo y la novedad, contra los medios, internando de que los angelitos no tuvieran un triste fin.

Luego se inició una campaña en donde los niños eran quienes decidían que día salían a pedir golosinas; si el 31 de octubre o el 1º de noviembre, pero las promociones en los medios de comunicación avanzaban a favor del:

“Triqui triqui Halloween”. Un coro que, aunque era rechazado por los adultos y los medios, a los niños se les oían maravillosamente cuando, lo entonaban a una voz, al unísono.

Una campaña liderada por periodistas investigativos de los medios masivos de la comunicación de Colombia dieron a conocer que la noche de Halloween era un producto de sectas satánicas y advertían que los padres no debían permitir que sus niños salieran a la calle y continuaran con esta celebración y de paso se producían noticias en que algunos niños desaparecían de sus hogares. Esto encendió las alarmas en la sociedad colombiana y los adultos comenzaron a asumir el roll de celebrar ellos la noche del 31 de octubre.

Regreso de la tradición

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, los gobiernos y todas las entidades oficiales y privadas realizaron un plan que dio resultados positivos y en grandes titulares los periódicos titulaban: “ Los Angelitos, vencieron a los brujitos”. No se celebraba el 31 de octubre, sino el 1º de noviembre con óptimos resultados.

Unidos, gobiernos, ongs, entidades privadas y la comunidad entera, en aras de preservar a sus niños se solidarizaron y rescataron el día de los angelitos, pero la costumbre tradicional de nuestros antepasados ya no es la misma; no se da frutas, alimentos sino dulces u otra golosina que los niños insistiendo piden, ya no disfrazados de brujitos, sino con cualquier otro disfraz, recorren las calles. Sin embargo, ellos en sus mentes no supieron a ciencia cierta que ocasionó esta nueva medida.

Atendieron el llamado de sus padres y de los medios para que no celebraran la noche de Halloween como ya se habían acostumbrado, pero si con cualquier otro personaje del cine.

La iglesia católica que también se había unido a esta campaña, abanderaron esta tradición de antaño y en los centros educativos, para que los estudiantes compartieran en actos de integración lo celebraban en sus claustros educativos, porque afuera asechaba el peligro de los anuncios de los delincuentes que intentaban apoderarse como diera lugar de los menores de edad.

Anunciadores de la buena nueva

Hace algunos años el sacerdote Kevin Barrera, de la pastoral infantil dejó un mensaje en la sociedad en donde se ratificaba que: “Los niños deben ser anunciadores de la buena nueva, tal como son los ángeles”.

En cuanto a la advertencia de las autoridades, la iglesia y la comunidad educativa, los padres asimilaron que los niños deben estar acompañados por un adulto responsable, que los menores no pueden estar en la calle hasta altas horas de la noche, que se deben revisar los dulces, caramelos y golosinas antes de su consumo y desechar  los que no tengan su envoltura en buen estado o hayan sido abiertos.

La policía de menores también dejó sentados mensaje en la mente de los adultos de que los niños deben caminar por los andenes y no sobre la calle para evitar accidentes y no permitir que  estos  ingresen a casas que no conozcan.

Todo eso transcurre, advertencias, medidas y los niños se divierten a su acomodo y alegría. Mientras tanto se comprueba que el verdadero día de los niños es el 1º de noviembre y los mayores recuerdan ese estribillo que esos niños, más inocentes que ahora entonaban.

“Ángeles somos del cielo venimos,

pidiendo limosnas

pa nosotros mismos.”

En los pueblos de nuestro caribe sin embargo la costumbre de celebrar el día de los angelitos se mantiene firme.

Festejo en el barrio Abajo

En el barrio abajo y por iniciativa del Museo del Carnaval se revive esta tradición en compañía de los vecinos de ese popular sector de la ciudad que no es solo carnavalero, sino defensor de las costumbres nuestras se unirán para que los niños vivan su día lleno de alegría.

A partir de las nueve de la mañana de hoy se iniciará un recorrido por el entorno popular saliendo de la terraza del Museo para concluir con una serie de actividades propia para la chiquillada con juegos y dulces tradicionales y lo más importante de esta festividad es que quienes deseen participar de la misma deberán asistir vestidos de blanco o con la conocida vestimenta de angelitos.

No habrá algún o algunos vecinos que para conservar latente esa tradición le entreguen a los “chicuelos “, como decían nuestros abuelos, yuca, plátano y por qué no un pedazo de caña de azúcar.

Ya sabes. “No te rías no te rías, que la mochila está vacía…” papaya fría pa las querías, papaya asá pa las casa.