Por: Diana Sofía Martínez Ordosgoitia
Periodista colombiana en España
Por estos días, las mañanas agitadas de Madrid, el ruido de los coches, la afluencia de turistas y la rutina habitual de un día normal en la capital y en el resto de ciudades españolas, han cambiado por completo. Más de 40 millones de españoles hemos tenido que ceder obligados ante un enemigo común.
El coronavirus es la mayor amenaza que en estos momentos nos obliga a estar en casa, el trabajo se ha trasladado al hogar, las clases son virtuales y la relación y el diálogo con personas por fuera de nuestro círculo familiar, se remiten a las redes sociales.
Esta pandemia “no es un cuento chino”. España es un país donde los contagios se multiplican de manera alarmante, los muertos aumentan a diario y las funerarias colapsaron; se ha tenido que habilitar como morgue el palacio de Hielo de Madrid para trasladar los cuerpos de los fallecidos.
De por sí, la situación es difícil y además del estar encerrados en casa con angustia y preocupación, al no poder llevar una vida con normalidad, las noticias diarias de nuestro país nos aterran.
Madrid está lastimada, desolada, triste y silenciosa, el covid-19 ha afectado a miles de ciudadanos, entre ellos políticos, artistas, amigos y vecinos, pero en especial a nuestros mayores. Muchos de los ancianos fallecidos, han muerto en soledad, recluidos en una residencia sin tener ningún contacto con sus familiares.
Los sanitarios no dan abasto y los cuerpos sin vida, esperan horas en una cama hasta que se inicie el traslado funerario.
Esta pandemia nos está tocando fuerte en la salud de los españoles, pero también en lo moral, especialmente al personal médico que atiende a más de 40 mil enfermos y que tiene que ver morir a pacientes, pese a haberlo dado todo por ellos.
Tenemos miedo, miedo de pasar los unos al lado de los otros en el supermercado cuando vamos por algo de comida, miedo de ir en el metro y que alguno se nos acerque, miedo de sacar al perro y ver a un vecino en la calle, miedo a relacionarnos con los demás.
Nos preocupa que el virus está en todas partes y en un país con tantos contagios, te deja claro que el virus puede estar en todo lo que tocamos o en cualquiera de nosotros, incluso sin síntomas.
Nuestros días comienzan en casa, viendo desde la ventana como la policía controla las calles de manera conjunta con el resto de los organismos de seguridad. Las multas por desobediencia son severas, los argumentos para estar en las calles deben estar soportados por un salvoconducto o justificación por escrito de fuerza mayor.
Los españoles somos conscientes que esto es serio, que no estamos para correr el riesgo frente a un virus que lo afronta única y exclusivamente nuestro cuerpo. Quienes se contagian no tienen un medicamento milagroso que pueda curarles, el milagro está en el sistema inmunológico de cada uno y en la lucha individual que les permita por sí mismos, vivir o morir.
Somos unos convencidos que la mejor manera de salir adelante, es encerrarnos en nuestras casas, no hablando con nadie, no teniendo ningún contacto exterior, fuera de esa fortaleza que se llama hogar.
También somos testigos de la solidaridad y unidad de los españoles, pese al encierro se preocupan por los demás, ayudan al anciano que vive solo, al enfermo de otras patologías que no puede ir a por alimentos o medicamentos, animan a sus vecinos con una canción, al necesitado creando albergues. La gente regala comida a domicilio, pasea al perro del vecino que no puede hacerlo, regala comida preparada a los sanitarios y a los camioneros. Los españoles se unen en un solo país para salir adelante todos juntos.
Son tiempos difíciles, especialmente para una nación que no contabiliza estos muertos a diario, un país tranquilo donde los ciudadanos no hablamos en estas circunstancias, pero nos apoyamos todos los días a las ocho de la tarde, aplaudiendo a nuestros sanitarios, a los enfermos que están en la lucha y a los que logran superar la enfermedad.
Desde nuestra vivencia personal, les recomiendo que se queden en casa, que no hablen con nadie, que se animen los unos a los otros a través de los medios tecnológicos de los que disponemos hoy en día y que cuidemos especialmente a los mayores. Esos padres y abuelos que lo han dado todo por nosotros.
Este virus duele mucho cuando invade tu cuerpo, dificulta tu respiración, atacando tus pulmones, es agresivo, destructivo y si bien es cierto que gracias a Dios muchas personas pueden sacarlo adelante, hay otros que pierden la batalla y mueren solos sin la posibilidad de despedirse.
En España llevamos dos semanas de total confinamiento y estaremos dos semanas más o el tiempo que haga falta porque somos conscientes de que se trata de nuestra salud y que nada tiene tanto valor como nuestra vida.
Por favor, quédate en casa, hazlo por ti, por los tuyos y por todos los demás. No es fácil vivir esta pandemia y es demasiado doloroso ver tantos muertos en un país que, en circunstancias normales, solamente se respira Paz y Tranquilidad.
Un abrazo a todos y cuidaros mucho,