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El cacerolazo, expresión social de inconformidad

Con ollas, sartenes, pitos, tambores, cucharas y cualquier cosa que generara ruido, en un histórico acto, los habitantes de muchos barrios de Bogotá iniciaron desde las 7:00 de la noche el cacerolazo, una monumental declaración masiva de descontento y rechazo a políticas públicas, la violencia, los grandes problemas, las decisiones de gobierno y la situación de un país que no responde a las necesidades de los habitantes.

Poco a poco, desde una ventana, el balcón, un edificio, luego otro, una cuadra, luego otra, un barrio tras otro, adultos, jóvenes, niños, los abuelos, tíos; toda la familia comenzó a agitar las cacerolas y a manifestarse, en una expresión colectiva que duró cinco horas.

Muchos bajaron a la entrada de sus casas en chaquetas, pijama, pantalonetas y hasta en chancletas, y de ahí comenzó una sonora caminata de familias, vecinos, amigos y personas unidas por un mismo sentir que de manera tranquila, pacífica y alegre dieron un claro mensaje al país: las cosas deben cambiar y mejorar.

Previo a una multitudinaria jornada de protesta que recorrieron toda Bogotá y luego de actos vandálicos y desmanes en sectores como Bosa, el centro de la capital y los alrededores de la Universidad Nacional; la ciudadanía con la cacerola, en pleno, se pronunció y ratificó su malestar social y dijo No a la violencia, No a los daños sobre bienes públicos o privados.

Propuesto desde las redes sociales, se trató de una reacción en cadena, espontánea, que se fue extendiendo, que involucró a muchos que no marcharon pero que sienten inconformidad y que demostraron que se puede protestar sin alterar el orden público o causar daños. Fueron muchos los mensajes, fotografías, videos y memes en las redes, en cadenas de WhatsApp y en los medios de comunicación que transmitieron todo el proceso por casi 20 horas continuas y mostraron el gran cacerolazo en toda su magnitud, mediante videos ciudadanos.

Historia de la cacerola

La Real Academia de la Lengua (RAE) define cacerola como vasija de metal, de forma cilíndrica, de poca altura, con asas, utilizada para cocer y guisar. El cacerolazo, como forma de protesta se dio por primera vez en Chile en la década de los 70, por parte de los sectores pudientes en la capital Santiago, para mostrar el rechazo al gobierno del presidente Salvador Allende.

“Al caer la noche, mujeres de barrios acomodados de Santiago demostraban con el repicar de cacerolas, ollas y sartenes su descontento con el socialismo ante la escasez de productos de primera necesidad” reporta el informe de prensa de AFP en el portal de noticias El Universo.

La música también ha hecho honores a esta forma de disgusto popular que se ha hecho extensiva a muchos países del continente y el mundo.

. . . “La derecha tiene dos ollitas / una chiquitita, otra grandecita. / La chiquitita se la acaba de comprar, esa la usa tan sólo pa’ golpear”, entonaba con sorna en 1972 la banda de folklore izquierdista Quilapayún.

. . . “Cuchara de palo frente a tus balazos, y al toque de queda, cacerolazo”, tema actual de la cantante Ana Tijoux que evoca esta práctica contestataria.