Nueve de la mañana, suena el timbre. Los niños y niñas se apresuran para entrar en las aulas. Allí espera su maestra. Lleva en el centro más de media hora acomodando el aula para realizar una dinámica que espera que funcione y capte la atención mejor que el día de ayer. Entre el gran número de estudiantes que tiene, cuenta con dos niños con necesidades educativas específicas. El día anterior estuvo preparando las sesiones, corrigiendo exámenes y analizando el mejor modo en el que dirigirse a la familia de una niña que había “montado un follón” en clase con su compañera de mesa.
El cansancio y el estrés hacen mella y en los días se acumulan reuniones, pruebas que evaluar, conflictos que resolver y el gran objetivo de que sus clases logren el aprendizaje que tanto necesitan sus alumnos y demandan el centro, las familias y la sociedad. Lo llaman calidad del sistema educativo.
Un eslabón clave
En esta calidad del sistema educativo influyen múltiples variables. Los cambios en las leyes, la aparición de nuevos currículos, el impacto de metodologías innovadoras, ratios de aula más bajas, los avances tecnológicos, entre otros. Sin embargo, uno de los aspectos más determinantes para lograr un sistema educativo de calidad y proporcionar una experiencia óptima de aprendizaje es el bienestar docente.
En España, por ejemplo, el rendimiento escolar de los estudiantes no ha sufrido cambios significativos en los últimos años, tal y como se refleja en el Informe PISA. Tampoco la calidad de vida profesional de los docentes mejora. Al respecto, el Informe Eurodyce indica que casi el 50 % de los docentes europeos afirma sufrir “bastante” o “mucho” estrés en el trabajo.
Ansiedad y depresión, compañeros de viaje
Entre los “culpables” de este estrés laboral están la carga de tareas administrativas, el exceso de calificaciones, la responsabilidad de los logros del alumnado y la exigencia de la rápida adaptación a las reformas educativas. Uno de los últimos Informes del Defensor del profesor español apunta a un aumento en la ansiedad que sufre el profesorado. Así lo corrobora hasta el 78 % de los encuestados. Además, un 12 % de los docentes afirman que han sufrido un proceso depresivo y hasta un 15 % manifiestan que han estado de baja por cuadros de ansiedad.
Entonces, ¿puede un sistema educativo ser eficaz si el profesorado no disfruta con lo que hace? En el ámbito educativo, el bienestar docente no solo es importante para la calidad de vida del profesorado, sino que también tiene un impacto directo en la calidad educativa y en el desarrollo del alumnado.
Todos estos aspectos influyen para generar transformaciones sustanciales. Así, se necesitan docentes capacitados y empoderados para lograr el cambio. Las modificaciones en la legislación educativa no suelen ser suficientes. Además, se requiere evaluar tanto las competencias que adquiere el alumnado como su contexto y, por supuesto, al profesorado. Por ello, cabe preguntarse ¿cómo afecta el bienestar de los docentes a su calidad de vida y, por ende, al sistema educativo en su conjunto?
La motivación y el bienestar: las llaves
La mejora de las competencias y de la motivación en la profesión docente son las prioridades del marco estratégico europeo para la cooperación en educación y formación 2021-2030. El documento destaca la importancia de crear entornos favorables para el bienestar y la satisfacción docente, reconociendo que su satisfacción influye directamente en su motivación y, a su vez, en la calidad de enseñanza que imparten.
Para abordar las condiciones de trabajo y el estrés laboral para promover el bienestar del profesorado, hemos analizado cuáles son los factores asociados al bienestar psicológico de profesores y profesoras. Este estudio, que analiza el bienestar docente de diferentes nacionalidades, identifica diversas variables, desde sociodemográficas hasta laborales, personales y contextuales.
Los resultados de nuestro estudio sugieren la presencia de un mayor bienestar psicológico entre los docentes que presentan un adecuado desarrollo personal, una autoestima ajustada y una mayor capacidad de regulación cognitiva. Además, el tipo de tareas que llevan a cabo, que son sólo tareas docentes o complementadas con tareas administrativas, influye en su bienestar. La procedencia de los profesores y profesoras, sus relaciones sociales y el clima del aula también modifican su bienestar.
Cómo mejorar
Entre las posibles acciones que se pueden llevar a cabo para mejorar el bienestar del profesorado, destacamos:
- Aumentar la inversión en Educación para el desarrollo de la formación continua de los docentes. Tanto para promover la investigación sobre el bienestar docente, como para brindar a los docentes herramientas y recursos necesarios para su desarrollo personal y profesional.
- Poner en valor la profesión docente en el ámbito nacional, desarrollando programas que dignifiquen la profesión y reconozcan la compleja labor que realizan.
- Fomentar la investigación en las diferentes poblaciones docentes y en programas de educación social y emocional.
- Favorecer un cambio en el clima organizacional. Para ello, es indispensable mejorar las condiciones laborales de los docentes, y proponer espacios de descanso y reflexión positivos junto con el fomento de grupos de apoyo. Así, se podrían implementar programas de capacitación y apoyo psicológico para docentes. Estos programas pondrían énfasis en el desarrollo de habilidades de autocuidado y manejo del estrés.
- Ofrecer un respaldo efectivo al desarrollo profesional del profesorado.
- Concienciar a los líderes políticos y autoridades sobre su gran responsabilidad en materia educativa y sobre la necesidad de cuidar a los que enseñan.
‘Fluir’ en la enseñanza
La tarea docente podría convertirse en un “fluir”, tal y como explica el psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi: conseguir el máximo potencial de una manera profunda, sin un esfuerzo excesivo. De esta manera es posible alcanzar un estado anímico positivo en el que la propia actividad resulta motivadora, en un círculo virtuoso de bienestar, compromiso laboral y eficacia docente que se retroalimenta.
Los planes de acompañamiento son programas formativos para la mejora del bienestar docente. Incluyen actuaciones de dos tipos. Por un lado, con los equipos directivos, mediante:
Talleres que trabajen las habilidades sociales y emocionales.
Espacios de descanso y alivio positivo que fomenten grupos de confianza y apoyo.
Desarrollo de ayuda mutua a través de la codocencia, donde los docentes comparten la responsabilidad del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado.
Y, por otro lado, con el propio profesorado, a través de programas psicoeducativos y de formación continua para trabajar:
La capacidad de resurgir en situaciones de estrés, la propia inteligencia emocional.
El apoyo entre compañeros y compañeras.
El desarrollo de la creatividad como herramienta para los nuevos problemas que nos plantea la educación actual.
La incorporación de nuevas prácticas basadas en la evidencia
Cuanto mejor se encuentren los docentes y más comprometidos se sientan con el bienestar de las generaciones futuras, mejores serán su labor y sus resultados.
La clave para cambiar el mundo desde la educación también radica en lograr que los docentes estén más felices.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, de autoría de Vanesa Redondo Trujillo, Profesora en UNED y Orientadora educativa en EOEP General., UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia; Ana Eva Rodríguez Bravo, Senior Lecturer, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia, and Ángel De-Juanas Oliva, Profesor Titular de Universidad. Departamento Teoría de la Educación y Pedagogía Social. Área Educación., UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia