jueves, noviembre 21, 2024
Opinión

La soledad recorre las calles de la “gran manzana”

Por: Jackelin Olivero Alvarez*

Periodista colombiana en Estados Unidos

De repente el mundo se quedó en silencio y hasta la ciudad que dicen que nunca duerme por ser la más visitada del mundo se ha dormido para no ser devorada por el terrible monstruo.

Así es, el terrible covid-19 que apareció de la nada como depredador ha traído el terror a la hermosa ciudad de New York opacando sus rascacielos y apagando la luz de miles de vidas.

Quien sobrevive en la ciudad de New York sobrevive en cualquier parte del mundo, es lo que he escuchado desde que vine a vivir a esta ciudad cosmopolita desde el 2008. Ya me había acostumbrado a la rapidez de sus días, con su trabajo intenso; a no temerle a la noche, por la cantidad de personas en sus calles, hasta la madrugada, y trenes en servicio las 24 horas; incluso, me había acostumbrado a lo extremo de sus cambios de clima.

No se está filmando otra película con una temática apocalíptica y distópica en la ciudad de New York; esta vez es la realidad…

Pero, aún hoy, no salgo de mi asombro de ver tanta soledad en las calles, es como si estuviéramos en cualquier lado y no en la llamada por algunos cantantes, la capital del mundo. Aquí hoy cualquiera sucumbe ante el pánico de hablarnos unos a otros, de tocarnos; si tosemos o estornudamos somos blanco de sospecha de andar cargando al monstruo. Nunca llegué a pensar que los seres humanos sentiríamos tanto miedo los unos de los otros.

De repente, el nuevo coronavirus, que creíamos un cuento chino, traspasó el continente asiático dormido dentro de algunos viajeros para despertar ferozmente en muchos lugares del mundo y continuar apagando la vida de cientos de cientos miles de personas.

En la ciudad neoyorquina, donde ha causado su mayor estrago, un día nos acostamos y cuando amaneció no lo podíamos creer; se había armado el caos. Todo fue tan de prisa, nadie lo quería aceptar y se fue borrando la sonrisa sarcástica de quienes lo habían tomado como un chiste de redes sociales; de repente, empezamos a obedecer al escuchar en pleno año 2020 repetitivamente la frase ¡LÁVATE LAS MANOS!; mantenga el distanciamiento social a metro y medio; no más reuniones en grupo; quédese en casa y en nuestro atuendo diario incluimos obligatoriamente un par de guantes y una mascarilla quirúrgica para evitar que esta monstruosa cosa entre, de un solo soplo, por nuestra boca o nariz. El antibacterial pasó a ser más importante que el perfume y hoy es un arma poderosa que no puede faltar en nuestros bolsillos o carteras, que sirve para apaciguar el miedo untándose un poco en las manos, aun usando guantes, después de haber tocado cualquier superficie u objeto fuera de casa.

Una vitamina C o suplemento para alzar el sistema inmunológico pasó a ser nuestro más fuerte armamento, si no lo estás consumiendo es como ir a la guerra sin balas; los tés e infusiones calientes han remplazado las más exóticas bebidas alcohólicas para mantener la garganta hidratada y saludable.

En mi caso personal, hoy 8 de abril ya llevo 11 días encerrada solo viendo el sol a través de la ventana, mientras hay quienes ya llevan hasta 3 semanas encerrados en sus casas sin trabajar.

Hasta antes de encerrarme observé como el servicio público de buses detuvo el cobro de los pasajes e implementó el ingreso de los pasajeros por la puerta trasera y adaptó una cadenilla que prohíbe el paso hasta el conductor. En cuanto a los pasajeros nadie se sentaba al lado del otro y prefieren quedarse de pies; muchos establecimientos sellaron puertas y ventanas como si se aproximara un huracán; solo algunas tiendas de esquina han quedado abiertas, al igual que los supermercados y algunos restaurantes aún venden comida para llevar.

Las avenidas, que eran las más transitadas, parecen pueblos fantasmas, pero aún hoy, hay quienes caminan desprotegidos y sin miedo al terrible covid19: dicen que si tienen que enfrentarlo, lo hacen, y que el día de morir es uno solo; otros, que no le temen al virus, o quizás no se han dado cuenta que llegó, son los indigentes de los trenes, quienes duermen plácidamente en las sillas sin la más mínima sospecha del monstruo que nos acecha.

Así transcurren los días y las noches en la ciudad de New York, tratando de mantener la mente ocupada y silenciar nuestros oídos del llanto de las ambulancias en las calles, esperando que la primavera reverdezca, que los prados y sus bellas flores alegren los corazones tristes y renazca la esperanza, que todo vuelva a la normalidad, que la fe permanezca en nuestro espíritu para volver a ver a los amigos que ahora se encuentran en una sala de hospital y reencontrarnos con los que están bien pero que nos ha separado el distanciamiento social.

El nuevo virus de la corona que nació en china en el año 2019 ha matado a miles que no lo pudieron superar, ha llevado al suicidio a otros tantos; pero también trajo algo positivo a la humanidad y es que muchos aceptaron a Dios en cada una de sus vidas y esto les ha dado fuerza para mantenerse valientes y transmitir esa fuerza a sus familias.

Hay quienes han aprovechado este distanciamiento social aprendiendo muchas cosas nuevas, creando otras y valorando más la vida. Gracias a la tecnología pudimos dotarnos de mucha información valiosa y divertida y a través de los teléfonos inteligentes se ha hecho más fácil la vida en encierro, ha sido como una ventana para estar en comunicación con el mundo y gente que amamos; el internet ha permitido a los estudiantes de escuelas y universidad continuar sus clases y otros cientos de miles continuar trabajando nuestros micros negocios desde casa.

Donde quiera que estés te invito que cuides de tu vida como valiente guerrero, quien es responsable de sí mismo puede cuidar a otros. A mi familia y amigos les digo que nos veremos pronto para darnos un fuerte abrazo y seguir celebrando la vida.

Comunicadora Social-Periodista barranquillera radicada en Nueva York (Estados Unidos)

2 comentarios

    • Excelentes profesionales de esta tierra en el mundo, que nos muestran un retrato de la realidad. Gracias por tu comentario, la autora y este medio lo aprecian. Mil gracias. LÉELO Y COMPÁRTELO.

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