El vaquero, la nueva película de Emma Rozanski, se centra en la libertad y la conexión íntima entre una mujer y la naturaleza.
La australiana radicada en Colombia nos presenta una historia profundamente visual y sensorial protagonizada por Natalia Cortés Rocha. Este western poético explora la vida de Bernicia, una mujer que, junto a su fiel caballo, recorre un entorno rural que le permite redescubrirse.
Rozanski, reconocida por su estilo visual y narrativo lleno de capas y matices, describe que la esencia de El Vaquero nació de su propio vínculo con el paisaje colombiano.
“Escribir historias con múltiples niveles de significado me atrae; busco representar mundos interiores complejos a través de imágenes táctiles y simbólicas”, comenta la directora.
Esta conexión se refleja en la construcción de personajes femeninos con psicologías profundas y en el equilibrio entre lo visible y lo sugerido.
Un retrato de la feminidad en el cine colombiano
La sensibilidad de Rozanski se hace evidente en la forma en que los personajes femeninos se desarrollan en El Vaquero. Según explica, cada uno de ellos “se fue revelando mientras construía el guion,” permitiendo que la naturaleza se convirtiera en otro protagonista.
“La ambientación rural fue creciendo de manera orgánica, como si la hierba, las enredaderas y las flores cubrieran la película en su desarrollo,” menciona.
Esta atención a los detalles también se percibe en el trabajo con la fotógrafa Paula Molina y la editora Paloma Rincón, quienes contribuyeron a crear una atmósfera sensorial que refleja el mundo interior de Bernicia.
Desde el primer borrador, Rozanski incluyó en el guion indicaciones específicas sobre la luz, el sonido y las texturas. Molina aportó su experiencia experimental, mientras que Rincón pulió la edición, aportando la delicadeza que caracteriza el filme.
Influencias de Weerasethakul
La influencia del cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul, con su enfoque sensorial en el cine, es palpable en El Vaquero.
Rozanski rememora cómo surgió la idea de la película durante una caminata en el Parque Matarredonda junto a Apichatpong, quien desarrollaba su proyecto Memoria.
La directora explica que su mentoría, junto a la del reconocido Béla Tarr en la Film Factory de Sarajevo, formaron la base de su estilo y narrativa cinematográfica.
El caballo como símbolo de conexión
La yegua que acompaña a Bernicia no es solo un animal en la historia; es una representación de la conexión perdida entre la humanidad y la naturaleza.
Este símbolo central refleja cómo la protagonista logra encontrar un propósito en su vida a través de su relación con el entorno. “Es una metáfora de la conexión profunda que podríamos lograr si nos abrimos a entender la naturaleza”, señala Rozanski, agregando que el viaje de Bernicia trata de vivir en sintonía con su entorno.
Un desafío de producción
Crear El Vaquero fue un proceso complejo, que Rozanski describe como “un rompecabezas cinematográfico.” La cineasta destaca el reto de trabajar en un paisaje natural con recursos limitados.
“Realizar una película con un presupuesto reducido exige un compromiso constante, pero eso es lo que más me apasiona del cine: la creatividad que surge de resolver cada desafío en el camino,” afirma.
Esta dedicación se traduce en una obra que no solo narra una historia, sino que invita al espectador a vivir una experiencia sensorial única.