Varias grandes ciudades de EE.UU. vivieron un fin de semana lleno de enfrentamientos entre manifestantes y la policía, a pesar de los toques de queda decretados para detener los disturbios que estallaron desde el lunes pasado por la muerte de George Floyd, un afroestadounidense de 46 años, en Minneapolis.
Algunas de las ciudades que vieron cómo se enfrentaban los manifestantes contra la policía antidisturbios fueron Minneapolis, Washington, Los Angeles, Chicago, Filadelfia y Atlanta. Varias de estas tuvieron que alertar a la Guardia Nacional para tratar de detener saqueos e incendios.
Incluso las protestas llegaron hasta las puertas de la Casa Blanca, residencia del mandatario norteamericano, lugar que por primera vez en su historia apagó las luces de su fachada y los organismos de seguridad del presidente Donald Trump debieron trasladarlo hasta el bunker para garantizar su seguridad.
De Seattle a Nueva York, decenas de miles de manifestantes reclamaron cargos más duros contra los policías que estuvieron involucrados en la muerte de Floyd, quien murió después de que el oficial Derek Chauvin lo mantuviera por casi nueve minutos boca abajo con una rodilla en su cuello.
Chauvin fue inculpado el viernes por asesinato en tercer grado, después de haber sido despedido junto con otros tres policías involucrados en el caso.
Las manifestaciones se extendieron a Europa. En ciudades como Berlin, Londres y Copenhague millares de personas marcharon denunciando la brutalidad policial con pancartas con la frase “I can’t breathe” (“no puedo respirar”), las palabras de Floyd antes de morir.
Hasta el fútbol se unió. En la bundesliga alemana, el delantero inglés del Borussia Dortmund, Jadon Sancho, celebró un gol levantándose la camiseta y mostrando el mensaje: “justicia para George”.
El presidente Trump salió a decir que detendrá la violencia en seco y a culpar a la extrema izquierda de la violencia y aseguró que “revoltosos, saqueadores y anarquistas” estaban deshonrando la memoria de Floyd. Específicamente, Trump estaba culpando al grupo antifacista Antifa de orquestar la escalada.
Por su lado, Joe Biden, rival demócrata de Trump en las presidenciales de este año, condenó la violencia, pero afirmó que “protestar contra la brutalidad es correcto y necesario. Es una respuesta totalmente estadounidense”.
La muerte de George Floyd se ha convertido en el último símbolo de la violencia policial contra los ciudadanos negros en EE.UU. y ha provocado la mayor ola de protestas de los últimos años y del mandato de Trump.